Los
hermanos de sangre comparten el mismo tronco familiar, la misma historia e
incluso la misma biografía de nuestra vida. Desde que somos pequeños competimos
por tener la atención de nuestros padres; por ser, incluso, el favorito de
papá. Sin embargo cuando llegamos a la adolescencia competimos por ser
distintos.
Éste
artículo está dedicado a las cuatro ramas que forman, junto con mis padres mi
árbol familiar.
Siempre
he creído que las hermanas mantienen una relación muy particular entre ellas y que es diferente a la de los
hermanos. Podemos ser cómplices y amigas, pero también rivales.
¿Quién no ha discutido alguna vez con su
hermana y le ha dicho ésta frase: “siempre has sido la favorita de mamá o de
papá”?
Jamás
he dudado que siempre se puede contar con una hermana y que nunca nos sentimos
solas. Yo misma doy fe de ello. Creo que
las relaciones entre los hermanos/as suelen ser las más largas y más
importantes de nuestra vida. Por eso siempre hay que cultivarlas de forma
positiva. La empatía es fundamental para una buena relación del tipo que sea.
Sin
embargo, no todas las relaciones entre hermanas son idílicas. Hay que recordar
que Caín mató a su hermano Abel y, ni Dios pudo remediarlo.
Cuando
eres pequeña y nace un nuevo hermano, es inevitable que aparezcan los celos y
ésta es la primera emoción que sentimos. Erróneamente sentimos que esa llegada
es una amenaza, pues el nuevo miembro se convertirá en el centro de atención de
nuestros padres. Sin embargo, con el paso de los años cada uno tiene su propia
forma de ver la vida.
¿Quién
no ha escuchado eso del “peso que tiene el hermano mayor”? o “qué mimado es el hijo más pequeño”. Sin
olvidar “lo egocéntricos que suelen ser los hijos únicos”. Dicen los entendidos
en este tipo de materia que los hermanos mayores suelen ser más autoritarios,
responsables y conformistas. Mientras que, los medianos y más pequeños son más
independientes o críticos. Por el contrario que los hijos únicos suelen ser
dependientes y crecen hiperprotegidos.
Yo me
pregunto, si todos somos hijos del mismo padre y madre, ¿por qué somos tan
diferentes? ¿Por qué nuestra personalidad es distinta?
Está demostrado que nunca faltan motivos para
enfadarnos con alguno de nuestros hermanos (distinta forma de ver la vida,
incompatibilidad de carácter, cuestiones económicas, atención a los padres….) ¿Qué
ocurre cuando entre los hermanos hay diferencias o ausencia de comunicación? ¿Cómo
les afecta al resto de los hermanos? ¿Por qué a veces somos incapaces de
tratar ciertas cuestiones sin que salte
la chispa? ¿Qué hacer cuando nos enfrentamos con una fría acogida ante nuestro
propósito de solucionar el problema?
Hay que
saber que por el mero hecho de ser hermanos no siempre hay que llevarse bien ni
siquiera mantener una confidencialidad total, pero sí un respeto y cariño.
Sinceramente, se pasa muy mal cuando hay riñas
entre tus hermanos. Quieres intentar que todo se solucione. ¿Qué se puede y debe hacer?
Pienso que en
primer lugar, ante una disputa, hay que identificar el problema y
hablarlo con
total sinceridad. Reflexionar sobre cómo
están los sentimientos hacia mis hermanos y responsabilizarnos de nuestros
actos.
Centrarse
en lo que tienen en común y trabajar para que esa relación esté basada en la confianza y el amor.
Aferrarse al resentimiento no sólo daña a la persona que lo siente, sino al
resto de los hermanos. Cuando un hermano está enfadado con otro siente ira y
dolor emocional y eso obstaculiza su propia felicidad y la del resto de la
familia. Siempre hay que ser positivos,
perdonar y olvidar.