lunes, 20 de octubre de 2014

HERMANOS: FORMAN PARTE DEL MISMO TRONCO FAMILIAR

Los hermanos de sangre comparten el mismo tronco familiar, la misma historia e incluso la misma biografía de nuestra vida. Desde que somos pequeños competimos por tener la atención de nuestros padres; por ser, incluso, el favorito de papá. Sin embargo cuando llegamos a la adolescencia competimos por ser distintos.
Éste artículo está dedicado a las cuatro ramas que forman, junto con mis padres mi árbol familiar.
Siempre he creído que las hermanas mantienen una relación muy particular  entre ellas y que es diferente a la de los hermanos. Podemos ser cómplices y amigas, pero también rivales.
 ¿Quién no ha discutido alguna vez con su hermana y le ha dicho ésta frase: “siempre has sido la favorita de mamá o de papá”?
Jamás he dudado que siempre se puede contar con una hermana y que nunca nos sentimos solas. Yo misma doy fe de ello.  Creo que las relaciones entre los hermanos/as suelen ser las más largas y más importantes de nuestra vida. Por eso siempre hay que cultivarlas de forma positiva. La empatía es fundamental para una buena relación del tipo que sea.
Sin embargo, no todas las relaciones entre hermanas son idílicas. Hay que recordar que Caín mató a su hermano Abel y, ni Dios pudo remediarlo.

Cuando eres pequeña y nace un nuevo hermano, es inevitable que aparezcan los celos y ésta es la primera emoción que sentimos. Erróneamente sentimos que esa llegada es una amenaza, pues el nuevo miembro se convertirá en el centro de atención de nuestros padres. Sin embargo, con el paso de los años cada uno tiene su propia forma de ver la vida.
¿Quién no ha escuchado eso del “peso que tiene el hermano mayor”? o  “qué mimado es el hijo más pequeño”. Sin olvidar “lo egocéntricos que suelen ser los hijos únicos”. Dicen los entendidos en este tipo de materia que los hermanos mayores suelen ser más autoritarios, responsables y conformistas. Mientras que, los medianos y más pequeños son más independientes o críticos. Por el contrario que los hijos únicos suelen ser dependientes y crecen hiperprotegidos.

Yo me pregunto, si todos somos hijos del mismo padre y madre, ¿por qué somos tan diferentes? ¿Por qué nuestra personalidad es distinta?
 Está demostrado que nunca faltan motivos para enfadarnos con alguno de nuestros hermanos (distinta forma de ver la vida, incompatibilidad de carácter, cuestiones económicas, atención a los padres….) ¿Qué ocurre cuando entre los hermanos hay diferencias o ausencia de comunicación? ¿Cómo les afecta al resto de los hermanos? ¿Por qué a veces somos incapaces de tratar  ciertas cuestiones sin que salte la chispa? ¿Qué hacer cuando nos enfrentamos con una fría acogida ante nuestro propósito de solucionar el problema?
Hay que saber que por el mero hecho de ser hermanos no siempre hay que llevarse bien ni siquiera mantener una confidencialidad total, pero sí un respeto y cariño.
 Sinceramente, se pasa muy mal cuando hay riñas entre tus hermanos. Quieres intentar que todo se solucione.  ¿Qué se puede y debe hacer? 

Pienso que en primer lugar, ante una disputa, hay que identificar el problema y
hablarlo con total sinceridad. Reflexionar  sobre cómo están los sentimientos hacia mis hermanos y responsabilizarnos de nuestros actos.
Centrarse en lo que tienen en común y trabajar para que esa relación  esté basada en la confianza y el amor. Aferrarse al resentimiento no sólo daña a la persona que lo siente, sino al resto de los hermanos. Cuando un hermano está enfadado con otro siente ira y dolor emocional y eso obstaculiza su propia felicidad y la del resto de la familia. Siempre  hay que ser positivos, perdonar y olvidar.


jueves, 2 de octubre de 2014

¿CUÁNDO SE ACABA LA PACIENCIA DE LOS ESPAÑOLES?

Dicen que las cosas (menos la muerte) tienen solución y que hay que tener paciencia, pues la paciencia es la madre de todas las ciencias. Ser paciente significa tolerar o soportar situaciones desagradables manteniendo la calma, pero hoy en día eso es muy difícil de conseguir.
Tener paciencia no quiere decir que seamos pasivos, indiferentes o que no luchemos por lograr nuestros objetivos.
Indican que la paciencia es saber mantener la calma en situaciones que nos son adversas y no perder los nervios. Y que la clave está en la espera, en ese periodo de tiempo que pasa hasta que se soluciona el problema…pero es tan difícil ser paciente, al menos en nuestro país.
¿Cuántas veces no hemos dicho eso de: “Señor, dame paciencia para soportar todo esto”…y muchas veces, la gran mayoría de las ocasiones, nuestra súplica ha caído en saco roto. Y eso es debido a que la paciencia solo depende de uno mismo.


También es cierto que existen muchos tipos de paciencia y que en nuestros días se está agotando y los españolitos de a pie parecemos el santo Job:
 La paciencia que tenemos los españoles ante la ineptitud de nuestros políticos. La paciencia que hay que tener para aguantar que nos digan que estamos inmersos en una grave crisis económica, de la que nos hacen sentir hasta culpables por los comportamientos que otros han realizado.
La paciencia que tenemos cuando nos dicen que hemos gastado mucho dinero y que ahora hay que apretarse más el cinturón…¡Dios…serán los que tienen dinero los que lo gastaron!!!. 

La paciencia que tenemos antes tanto recorte salarial, pero eso lo sufren  los que menos cobran.
La paciencia que asumimos ante los recortes en sanidad, educación pública y en las ayudas sociales. En aguantar las ejecuciones de desahucio,  en la que los  desahuciados que no sólo pierden sus casas, sino que además continúan endeudadas.

 La paciencia que tenemos cuando vemos o escuchamos que no existe una eficaz persecución ante el fraude fiscal o el robo de los que más tienen. La paciencia que tenemos los españoles ante tanta corrupción, que se queda sólo detrás del paro.

La paciencia que tenemos ante la falta de una ley firme y contundente de transparencia económico –financiera  que no llega y que nos dé una información veraz  sobre lo que gastan y en qué lo gastan nuestros políticos e instituciones públicas. Los pocos que lo realizan lo hacen con evasivas o respuestas indefinidas.

La paciencia que necesitamos para aguantar tanta mentira política, tantas promesas en épocas electorales y que después no cumplo.

La paciencia que tenemos con la canciller  Ángela Merkel y su política de austeridad  y recortes que nos impone a los españoles.

Y ahora  no nos queda otra que tener paciencia ante la subida del 11% en las facturas de la luz…o encender velas. ¿Cuánto más nos van a sangrar?

Y todo se reduce que ver como se enriquecen los de arriba y joroban a los de abajo. Y ante esto… ¿cómo narices tenemos paciencia?