Hay parejas que mantienen
relaciones sexuales una vez por semana; otras varias veces; otras una vez al
mes…¿Cual crees que es una buena
relación sexual?
Realmente, creo que lo de la
frecuencia no tiene una norma fija. A veces, mucho no es sinónimo de
bueno. Cada pareja es un mundo y creo
que el placer se disfruta, no se calcula ni se evalúa como si se tratara de
unos exámenes de matemáticas.
Está claro que el número de
las relaciones sexuales no tiene porqué estar reñido con la calidad. Tampoco
hacerlo de forma frecuente involucra que el acto debe ser corto o que tener
sexo de calidad quiera decir que hay que estar muchas horas practicándolo.
Nunca me han gustado las
estadísticas, pero vamos a husmear lo que hay por este mundillo online.
Dicen que una vez cada dos
días para los menores de 30 años; dos veces a la semana para las personas
situadas entre los 30-50 años y una vez a la semana para los mayores de 50
años.
Vamos a seguir con otra
estadística realizada por la empresa Durex: la encuesta nos revela que los
españoles practicamos el sexo una vez cada cuatro días (90 veces al año);
mientras que los franceses tienen una media de 122 coitos al año y los
americanos 132…..peor lo tienen los japoneses, pues sólo lo hacen unas 37 veces
al año….¡¡¡¡¡¡El que no se consuela es porque no quiere!!!
Estoy convencida que si le
preguntas a un hombre, éste te dirá que prefiere sexo a diario, pero ¿las
mujeres piensan igual? Nosotras queremos sexo del “bueno” de ese que es
recordable y no nos valen muchos coitos a medias.
Pero no siempre llueve a
gusto de todos y el problema surge cuando uno de los dos cónyuges no se siente
feliz con el número de encuentros sexuales. ¿Qué ocurre? ¿Cómo lo solucionamos?
Está claro que si eres
rechazado varias veces por tu pareja, ésta comienza a lanzar indirectas para
pedir lo que desea. Y la persona que no quiere sexo percibe esas indirectas
(porque no somos tontos) y puede sentir que si les das un abrazo o un beso, quiere
decir que hay que practicar sexo en ese momento. El problema es que se corre el
riesgo de que ante tanto rechazo, se pierda la motivación y acabe por no volver
a pedir sexo, aunque sólo sea por no recibir otra negativa.
Por otro lado, las
indirectas pueden generar ansiedad en la persona que no tiene apetito sexual y,
quizás, se sienta presionado, lo que puede acabar con tensiones de pareja. Lo
mejor es hablar con tu pareja de forma clara sobre lo que te sucede e intentar
que no se sienta mal por decir que No. Otra solución es acudir a un
especialista.