"Pasaría más tiempo con mis hijos; ganaría el dinero antes de
gastármelo; aprendería los placeres del vino en lugar de los de las bebidas
fuertes; no fumaría cuando tuviera pulmonía y no me casaría por quinta vez",
John Huston.
Cecil Scott Forester fue
un novelista histórico, periodista, biógrafo, y guionista británico. Nació en
El Cairo en 1899. Sus principales obras
las conocemos, ante todo, por el cine.
Forester es autor de una serie de novelas sobre el marino Horatio
Homblower, combatiente en las Guerras Napoleónicas, una de las cuales, “El
Hidalgo de los mares”, fue llevada al cine e interpretada por Gregory Peck.
Hoy me centraré en La
Reina de África (1935). A pesar de que
el esquema de las novelas de Forester suele ser bastante repetitivo, el egipcio
sabe conjugar muy bien los datos ficticios con los reales. Sin embargo, al
parecer, la novela La Reina de África tiene dos finales distintos: uno para la
edición americana y otro para la inglesa. El motivo lo desconozco, pero al
parecer ninguno de los dos finales le satisfizo. Tampoco al director de la
película Huston ni al guionista James Agee, por lo que optaron por un final
feliz.
La Reina de África es
todo un clásico que se ganó estar entre las novelas de aventuras o en la
historia dorada del cine. El ritmo es
trepidante, tanto en la lectura como en la película.
Película: “La Reina de África”
Fue dirigida por John
Huston (1951). Obtuvo tres nominaciones: al mejor director (Huston), mejor
actriz principal (Hepburn) y al mejor guión (James Agee), pero la estatuilla se
la llevó Bogart, como mejor actor principal. Sería el único Óscar en su
trayectoria cinematográfica, con un papel muy distinto a los que solía
interpretar (gánster o detectives privados).
Personalmente, pienso que es una
película de obligado visionado para todos los amantes de las aventuras. Es de
las llamadas de “`primera clase”.
La historia comienza en Uganda, allá
por el año 1914. En Europa ha estallado la Primera Guerra Mundial. Los alemanes han destruido la misión
metodista de Rose Sayer (Katharine Hepburn) y han asesinado a Samuel Sayer,
reverendo de la misión y hermano de Rose.
Ésta no tiene otra solución que escapar
con Charlie Allnut (Humphrey Bogart). Charlie es un marinero maduro, fumador empedernido
y alcohólico que abastece los poblados del este de África con un pequeño barco
al que bautizó con el nombre de “La Reina de África”.
El viaje es muy peligroso y lleno de
riegos a los que hay que sumarle las disputas entre la pareja protagonista, de
muy opuestos caracteres. Rose es una
solterona estirada y muy creyente. Charlie es un borracho fracasado, y ambos
deben convivir en una barcaza ruinosa, pero capaz de hacer cosas increíbles y
en circunstancias muy extremas. La barca
en cuestión es la tercera protagonista del film. Siempre averiada y en la que
se viven riesgos, enfados monumentales, risas y, también, amor e intimidad.
Al inicio de la
película observamos a un Charlie que sólo bebe alcohol y a una Rose que sigue
el ritual de preparar el té. Sin embargo, a lo largo del recorrido por el río,
que está plagado de sorpresas (enemigos alemanes, mosquitos enormes,
sanguijuelas, cocodrilos, rápidos y cascadas), Rose se vuelve menos
intransigente con el alcohol, pues acaba pidiéndole perdón por tirarle las
botellas por la borda.
Al principio de la
aventura, Charlie sólo quiere ponerse a salvo de los alemanes, pero finalmente
es convencido por Rose para atravesar el río hasta la desembocadura en el lago
Victoria, con el objetivo de hundir un gran vapor alemán, con el que los
germanos controlan la zona africana.
Finalmente llegan
al lago donde se encuentra anclada la patrullera “Louisa”. Allnut dispone de
unos torpedos en su lancha, pero tanto él como Rose son capturados antes de que
puedan llevar a cabo su ataque. Condenados a morir ahorcados, piden como última
voluntad que se les permita contraer matrimonio. Entretanto, el “Louisa” se va
deslizando por el agua hasta colisionar con los restos de “La reina de África”
y saltar en pedazos. Los dos prisioneros salen despedidos y caen al agua,
libres de todo peligro.
Director: en un principio el
film fue encargado a Howard Hawks, pero éste rechazó el proyecto. El encargado
de dirigirla fue John Huston, que logró convertir una novela trágica en una
película divertida llena de acción, humor y romance. Rodó en exteriores, cosa que por aquella época
no era muy habitual (1950). El director
estaba convencido de que el rodaje en localizaciones reales y remontando 1500
kilómetros de río era la única forma de hacer creíble su historia. Su estancia
en África fue aprovechada para cazar, sobre todo ansiaba abatir a un elefante
blanco. Más tarde, esta historia de los elefantes la aprovechó Clint Eastwood
para rodar “Cazador blanco, corazón negro”.
Guionistas: En el guión de la
película participaron Huston y James Agee (poeta, novelista y crítico de cine).
Agee sufrió un infarto y no pudo ir a África- También participó Peter Viertel,
pero no apareció en los créditos pues abandonó el rodaje al estar exasperado
con los actos de Huston.
Reparto: Humphrey Bogart, Katharine
Hepburn, Robert Morley, Peter Bull y Teodore Bikel.
Huston reunía, por vez primera, a dos
“grandes” del celuloide como eran Bogart y Hepburn, quienes nos hicieron
disfrutar de un duelo interpretativo maravilloso. La química que hubo entre ellos fue clave para
el éxito de la película. Bogart acabó admirando a su compañera de rodaje por el
buen humor que irradiaba siempre aunque estuviera llena de hormigas: “¿Cómo es
posible que esta mujer aguante, si tiene hormigas hasta en las bragas?”, decía
el actor.
Anécdotas: Creo que el
anecdotario de la película es de los más extensos en los rodajes de Hollywood
debido a las numerosas penalidades acaecidas. Rodaron durante 9 semanas en el Congo Belga y
Uganda, pues en Kenia no les dejaron entrar con armas. Imagino que Huston pensó que si los actores
sufrían tanto como los protagonistas sería mucho más creíble la historia. Casi
todo el equipo de rodaje cayó enfermo de disentería y malaria, menos Huston y
Bogart, que nunca bebieron agua, sólo el whisky que llevaron.
Hubo incidentes con serpientes
venenosas y animales salvajes. No faltaron las lluvias torrenciales, invasión
de hormigas soldado, avispas negras y mosquitos gigantes. La escenas dentro del
agua tuvieron que rodarse en un enorme tanque de unos estudios británicos, pues
el agua del río estaba infectada de Esquitosomas (parásitos que se introducen
en el sistema venoso y las discapacidades que producen pueden llegar hasta
causar la muerte).
El calor y la humedad eran
insoportables, de hecho los técnicos tenían que enterrar las latas con la
película filmada en fosas bajo tierra para evitar que el sol y la humedad las
destruyera.
También llegó a hundirse la
embarcación en pleno rodaje y tuvieron que sacarla con cuerdas entre todos los
que formaban el equipo.
En una de las escenas de la película,
las sanguijuelas debían cubrir el pecho de Bogart, eran falsas, pero Huston le
hizo creer que eran de verdad debido a un error del encargado de los efectos
especiales. El actor, horrorizado, rodó muy deprisa la escena con gestos de
repugnancia, dato que aprovechó Huston para darle más credibilidad a la escena.
John Huston llamó a Bogart para
ofrecerle el papel, éste le dijo a Lauren Bacall (su esposa por entonces y a la
que se llevó al rodaje) que:” El Monstruo (Huston) quiere que vaya a rodar en
plena selva africana, con cuarenta grados a la sombra, en una aldea plagada de
mosquitos y rodeada de animales salvajes. Naturalmente, he aceptado”. Y es que
Bogart decía del director con el que trabajó en “El halcón Maltés” que era la
única persona capaz de beber más Whisky que él en una sola tarde. ¡Dios la cría y ellos se juntan!
Dicen que Katharine Hepburn era una
fanática de la higiene y al enterarse que iba a África, durante el rodaje
revisaba a los miembros del equipo por si habían cogido piojos. Bogart y Huston
no cesaban de gastarle bromas por ese motivo de la higiene.
Quizás lo peor de la película fueron los
efectos especiales, algunos bastante malos, pero hay que tener en cuenta que
estaban en el año 1950.