Desde la Antigua Grecia, pasando por el Siglo de Oro
español y hasta nuestros días, podemos leer que los escritores, poetas o
literatos, que viven de las letras, se han lanzado dardos envenenados con una
de sus mejores arma: la palabra escrita, ya sea en forma de verso, soneto,
sátiras o en prosa. También alguno ha llegado a las manos, como un pugilista
que combate dentro del ring.
Siempre hubo y habrá rivalidad a la hora de escribir.
Desde que el mundo existe, la envidia, vanidad, inseguridad o los celos están a
la orden del día. Y todo esto sucede en cualquier profesión, no sólo entre los
literatos. Por suerte para los amantes de los libros, hoy en día parece que hay
una tregua. Hay pocos insultos, pero afloran las metáforas. Hace algunos días
leí un ensayo del poeta y narrador José Luis Díaz-Granados, quien reflexionaba
en torno a la rivalidad entre distintos escritores.
Me impresionó de tal manera que comencé a indagar por
estos lares y estos son algunos de los “dardos envenenados” más llamativos. No
puedo ponerlos a todos, pues la lista sería interminable.
Platón-Homero: Platón en su libro 10 de la República pensaba que la
poesía debía excluirse de lo que él consideraba un estado ideal, pues decía que
era falsa y que inflamaba las emociones. Hubo siempre una permanente tensión
entre la filosofía y la poesía.
Aristófanes (rey de la comedia)- Eurípides (rey de la tragedia): El primero atacaba la comedia de
Eurípides, quizá porque sus héroes y príncipes hablaban un lenguaje cotidiano.
Aristófanes consideraba que el teatro de Eurípides era como una degradación del
teatro clásico.
Dejamos atrás a
los Clásicos y nos adentramos en el Siglo
de Oro español. Nuestros antiguos literatos no se quedaron atrás y las
guerras literarias eran bastantes comunes entre los escritores.
Cervantes (1547-1616)- Lope
de Vega (1562-1635): a pesar de sus diferencias a la hora de usar la pluma,
fueron amigos hasta que llegó el año 1602. A partir de ahí, se mofaban el uno
del otro, sus escritos eran típicos dardos envenenados. Lope fue el maestro del
soneto.
Quevedo (1580-1645)- Góngora
(1561-1627): Góngora fue el creador del Culteranismo (era lo espiritual) y,
Quevedo iba al Conceptismo (era lo orgánico). Se cree que Quevedo quiso lograr
el renombre que ya tenía Góngora. No olvidemos que éste último ya había
publicado versos en el año que nació Quevedo. Éste no dudó de tildar a Góngora de homosexual,
huraño, de jugador y de algo peor que por aquel entonces no estaba bien visto:
de judío. No hay duda de que Quevedo fue el poeta más satírico, agudo y sin
pelos en la lengua.
Pablo Neruda
(1904-1973)- Pablo de Rokha (1894-1968):
Entre los dos chilenos hubo una gran enemistad. La provocación personal era
profunda, que fue de la mofa al insulto, con acusaciones y amenazas. Rokha
(Carlos Luis Loyola) acometía a Neruda de plagio y de falta de responsabilidad
política.
Juan Ramón Jiménez (1881-1958): El Nobel de Literatura
(1956) y poeta de la Generación del 98, publicaba anatemas contra Neruda en el
periódico “El Sol” de Madrid. Escribía sobre el chileno que: “Gran poeta, una
gran mal poeta de la desorganización”. Por su parte, Neruda le respondía: “Viejo
niño diabólico de la poesía”…
Generación del 27: discordias y hostilidades
Surgió en el año
1927 y lo integraron excelentes poetas que, celebraron el III centenario de la
muerte de Luis de Góngora, a quien deciden imitar. Pero no todo era poesía,
pues los enfrentamientos entre los literatos fueron sonados. La enemistad
literaria más conocida de ésta Generación fue la que enfrentó a Juan Ramón Jiménez con algunos
escritores, en especial con Pedro Salinas
y Jorge Guillén (quienes habían sido
discípulos suyos). Juan Ramón también atacaba a Vicente Aleixandre (ya en el destierro).
Rafael Alberti
(1902-1999)- Federico García Lorca
(1898-1936): No había una gran enemistad, pero sí un alejamiento agrio entre
los dos poetas debido a que Alberti y su esposa pretendían que Lorca escribiera
y firmara manifiestos comunistas y que, además ingresara en el PCE. El
granadino se negó y hubo una gran disputa en la que Dámaso Alonso fue testigo.
Juan Ramón Jiménez- Jorge Guillén (1893-1984): La ruptura de Juan
Ramón y Jorge Guillén ocurría en marzo de 1933, cuando el vallisoletano deja de
cumplir lo pactado con Juan Ramón respecto a la colaboración en la revista “Los Cuatro Vientos”. Jiménez en sus “Cartas Literarias” escribe; “Salinas es
el oportunista, el pícaro mayor de las letras españolas. Un chulo, y Guillén y
Dámaso no hacen más que apoyarlo y aprender de él hipocresía y sofisma”.
Premios Nobel, a puñetazo limpio
Vargas Llosa (1936)-García Márquez (1927-2014): entre los dos Premio
Nobel habían celos, pero éstos no eran literarios. Parece ser que esas
diferencias que tenían se debían a un problema de faldas. El colombiano Gabriel García Márquez recibió
un derechazo en un ojo a manos del peruano (1976), lo que supuso que acabara la
estrecha amistad entre dos grandes de la literatura. Lo que realmente sucediera
tan sólo lo sabe la ex mujer de Llosa, Patricia, quien estaba en medio de la
trifulca.
En la rivalidad literaria no siempre hay celos.
En el caso de los franceses Gide (escritor y Premio Nobel en 1947) y
Claudel (diplomático, dramaturgo y poeta) fueron los encontronazos de
mentalidad y carácter.
André Gide (1869-1952)- Paul Claudel (1868-1955): Gide fue el defensor
de los derechos de los homosexuales. Escribía novelas que desafiaban la moral
cristiana y se burlaba de Claudel llamándole “fariseo y santurrón”. Por su
parte, Claudel que era católico y conservador, además de un puritano, se
desquitaba de los calificativos diciendo que era “depravado y un gusano inmundo”.
Nada que ver con sus obras
También están los escritores que no se han cortado un pelo en descalificaciones
personales e injurias que nada tenían que ver con sus obras. Hablamos de Camilo
José Cela y Paco Umbral.
Francisco Umbral (1932-2007): el madrileño, Premios
Príncipe de Asturias de las Letras (1996) y Miguel de Cervantes (2000), tenía
un tono directo, irónico y no exento de provocaciones. No le importaba
destripar tanto a escritores como a periodistas. Sus dardos envenenados iban
directos, en especial, contra Juan Marsé y Arturo Pérez-Reverte.
También fue muy duro con Rosa Chancel (1898-1994) que la tildó de
lesbiana en un libro y de “Es una bruja cruzada de Mary Poppins”. Rosa no se quedó
callada y le respondió: “Hay que ser un cretino. Umbral dice una ordinariez y
estupidez asquerosa e imbécil, como que yo pretendía seducir a una señorita”.
Camilo José Cela (1916-2002): el gallego, Premios Príncipe de Asturias
de las Letras (1987), Nobel de Literatura (1989) y Cervantes (1995) era el más
odiado. El académico de la RAE,
protagonizó disputas de gran ferocidad, así como desplantes. El político y
marqués, menospreciaba a los homosexuales y eso le costó las críticas de
Antonio Gala, Julio Llamazares y de Terenci Moix (1942-2003). Éste último,
criticaba las declaraciones de Cela sobre los homenajes a García Lorca y el
apoyo de los homosexuales. Cela llegó a declarar que no tenía nada contra
ellos, que se limitaba: “a no tomar por culo”.
Roberto Bolaño (1953-2003): El poeta chileno fue un duro crítico con
distintos escritores contemporáneos. Afirmó de su compatriota Isabel Allende: “me
parece una mala escritora, es una escribidora”. A lo que Isabel le respondía: “Bolaño
habla mal de todo el mundo, pero eso no le hace mejor persona”.
Sobre mi paisano Arturo Pérez-Reverte llegó a expresar (refiriéndose a
que forme pare de la RAE) que: “La Real Academia es una cueva de cráneos privilegiados.
No está Marsé, ni Juan Goytisolo, ni Eduardo Mendoza…, pero está Pérez-Reverte.
Bueno, también está Paulo Coelho en la academia Brasileña”.
Por su parte Arturo le respondía: “Bolaño es un escritor muy literario,
en el peor sentido del término. Pero ya está muerto y sería de mal gusto hablar
mal de él, como hacía Bolaño, que no quería que leyeran a nadie más que a él”.