“Dicen
que quien no conoce su pasado está condenado a repetirlo, conocerlo te brinda
la posibilidad de ponerte en la misma piel, de no cometer exactamente los
mismos errores que los que cometieron los que tejieron todo el hilo de tu
historia”, Adriana
Ugarte
España, allá por el año 1898, perdía las últimas colonias
de ultramar: Puerto Rico, Cuba y Filipinas. Nuestro país conservó el
protectorado de Marruecos y de algunas provincias de Guinea Ecuatorial, aunque
después ambos territorios lograron su independencia.
Desde el año 1926, la isla de Fernando Poo (actualmente
Bioko) fue parte de la llamada “Guinea española” hasta que, en 1968, logró su
independencia. Muchos españoles salieron de España hacia Guinea en busca de un
futuro mejor. Muchos trabajarían en distintas plantaciones de cacao.
La novela “Palmeras en la nieve”, de Luz Gabás, nos
relata la historia de esos colonos, de la cultura de aquella isla. Desde luego,
no falta una bella historia de amor imposible. Aderezada con secretos
familiares, tradiciones desconocidas, aventuras, confesiones, traiciones,
pasiones e intrigas. En el libro se mezclan dos tiempos, dos culturas y dos
generaciones. He gozado de esa historia de amor, de esos secretos familiares,
de aventuras, de aquellos españoles en Guinea y de las grandes diferencias que
existían entre negros y blancos.
Luz Gabás nació en Huesca (1968). Es licenciada en
Filología inglesa, novelista y, además, ha sido alcaldesa de la localidad de
Benasque (municipio de Huesca). Su primera novela “Palmeras en la nieve” fue un
éxito de ventas en el 2012. Este pasado
año fue llevada a la gran pantalla en España, con un gran triunfo en taquilla.
Alguien podría pensar que es un tocho de novela (736
páginas), pero os puedo asegurar que la autora compagina de forma
extraordinaria distintos géneros (novela autobiográfica, realidad histórica e
historia amor). Su estilo es elegante y bastante minucioso en todo lo que
describe.
En la novela, al igual que en la película, se mezclan
perfectamente el presente y el pasado de muchos personajes. Nos cuenta que los
problemas ocasionados con la colonización no desaparecieron con la ansiada
independencia, sino todo lo contrario. Hoy en día ese país vive un estado
dictatorial militar, con graves problemas de alimentación y de servicios. Además, su riqueza es
explotada por empresas extranjeras. El informe de Estados Unidos sobre tráfico
de personas de 2012 dice que «Guinea Ecuatorial es una fuente y destino para
las mujeres y niños sujetos a trabajo forzado y tráfico sexual».
Centrándonos en la novela, ésta comienza con una triste y emotiva despedida de Kilian y Bisila (la pareja que
intenta vivir un amor imposible en aquella época). Es Clarence quien descubre, en 2003,
un trozo de una carta en donde se
da a entender que desde España se está enviando dinero a Guinea para alguien.
Ese retazo de la carta le llama la atención, pues cree
que hay muchos misterios en su familia que no sabe y hará que viaje en el tiempo y en el espacio
y se desplazará desde Huesca hasta
Bioko, para visitar e investigar en la tierra
en la que su abuelo Antón, su padre Jacobo y su tío Kilian vivieron y trabajaron
durante muchos años en una plantación de cacao.
Poco a poco Clarence va descubriendo esa historia de
amor, así como las vivencias de sus familiares y amigos. Un secreto que en
cierta forma le afecta a ella misma y a su prima Daniela (hija de Kilian). No
se atreve a preguntarle ni a su padre ni a su tío, pero cree que no le dirán la
verdad, por lo que recurre a Julia, una vieja amiga de la familia y que además
compartió con ellos los años que pasaron en Fernado Poo. Sin embargo, Julia no
le da la información que ella busca y la remite a su padre, lo que hace que se
sienta mucho más curiosa.
En
cuanto a la película, se estrenó a finales de 2015 con el mismo
título que la novela, con un presupuesto de 10 millones de euros (el mayor
presupuesto para una película española en los últimos tiempos). Fernando
González Molina dirigió un ambicioso proyecto, que le está dando sus frutos,
con la ayuda del responsable de la fotografía, Xavi Giménez, que consigue un
impresionante trabajo. Supo resaltar los
contrastes de la montaña oscense y el color vivo de Guinea.
Respecto a la música, no podía faltar para esa historia
de amor el tema principal de la BSO, compuesto por Pablo Alborán y Lucas Vidal.
En el reparto, nos encontramos con
Mario Casas (Kilian), Adriana Ugarte (Clarence), Macarena García (Julia), Berta
Vázquez (Bisila), Daniel Grao (Manuel), Alain Hernández (Jacobo) Emilio
Gutiérrez Caba (Antón), Laia Costa (Daniela)…
La película se rodó en Gran Canaria, en Teror, donde se
construyeron magníficos escenarios para recrear los escenarios existentes en
Guinea. También se rodó en Colombia y
Huesca. Cinco meses duró el rodaje y con la participación de más de 3500
personas.
En mi
humilde opinión, Berta Vázquez (Bisila), sin duda, ha sido
un gran descubrimiento. Un gran desafío en el que estuvo resuelta, enigmática y
muy sincera. Tuvo que aprender un idioma desconocido (bubi) y era su primer
papel en cine. Alain Hernández: (Jacobo) es otro novato que bordó el personaje
de canalla, mujeriego y vividor. Se le ha podido ver actuar en algunas series
(como Mar de Plástico, B&B) o como actor secundario en las película Ismael
y Ocho apellidos catalanes.
Como
curiosidad, Mario Casas conoció en el rodaje de la película a Berta
Vázquez y entre ellos surgió un feeling, que hizo que Mario dejara a la que era
su novia, por entonces María Valverde, y actualmente son pareja. Las escenas entre Kilian y Bisila tienen un
contenido erótico bastante explícito. Para Mario Casas es sin duda el mejor
personaje que ha interpretado a lo largo de su carrera, y el nuevo “talismán”
del director, que ha trabajado con él en varias películas y cuanta de nuevo con
él para la próxima.